CRÓNICA TEXAS: A Adriana Coronado la asesinaron por la codicia del padre

• Por la codicia del padre: Adriana Coronado, de 14 años, fue encontrada muerta a balazos y quemada en un camino rural de Texas luego de varios días de estar desaparecida tras ser secuestrada de su casa.
• César Vladimir Coronado, el padre de la muchacha y también asesinado a balazos, fue señalado por las autoridades de ser parte de una cadena de distribución de cocaína desde Laredo hasta Houston.
• Dos hombres hispanos fueron detenidos en relación a esos crímenes, pero solo se les pudo condenar por tráfico de drogas. ¿Quién ordenó matar y quemar a la adolescente? Tal vez eso nunca se sabrá.

Adriana Coronado murió asesinada a balazos y

luego quemada. Su única culpa fue ser hija de un hombre señalado de traficar cocaína.

Cuando los hispanos llegan a Estados Unidos muchos buscan escapar de la violencia irracional del narcotráfico que destruye pueblos y ciudades, en sus respectivos países, al expulsar a sus pobladores.

Sin embargo, a la adolescente Adriana Coronado, de 14 años, la violencia absurda del narcotráfico le costó la vida en el bucólico pueblo de Katy, Texas, al oeste del área metropolitana de Houston.

Adriana pagó con su vida la codicia de su padre.

Toda la tragedia alrededor de su muerte fue parte de una supuesta venganza en contra de su progenitor y quien fue señalado por las autoridades federales de la Administración del Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) de ser parte de una red de distribución de drogas desde Laredo hacia otras ciudades de Texas gracias a los camiones de pasajeros de su propiedad.

¿Quién ordenó la muerte a balazos de una niña de 14 años y por qué? Con certeza tal vez eso nunca se sabrá.

Ahora hay dos detenidos relacionados con la muerte de la muchacha y de su padre César Vladimir Coronado. Pero ellos son tan sólo un eslabón más de una larga cadena que nadie puede saber en dónde empieza.

Ninguno de los dos detenidos fue acusado de homicidio sino de tráfico de drogas.

Lo que sigue a continuación es la crónica de una dolorosa muerte en donde una chica, con toda la vida por delante, fue asesinada de forma brutal, con saña. Hasta hoy no hay responsables.

Todos los detalles que aquí se revelan están contenidos en los documentos legales del caso tanto en cortes federales y de distrito en diversos condados de Texas.

El crimen ocurrió hace cuatro años y todavía hay muchos misterios sin resolver. Muchos hispanos en Hosuton recuerdan todavía esa tragedia como si hubiera ocurrido ayer.

Durante la tarde del sábado 12 de marzo del 2016, los vecinos y amigos de la familia Coronado vieron por última vez a la jovial y sonriente adolescente Adriana Coronado y a su padre César Vladimir Coronado, inmigrantes originarios de México, en su casa.

La chica era una estudiante de primer año de la Mayde Creek High School en Katy y sus conocidos la recuerdan por su sonrisa vivaz, ojos inquietos detrás de sus lentes y con muchos planes para el futuro.

Según las autoridades, César Coronado y a su hija Adriana los secuestraron de su casa en algún punto de la tarde de aquel sábado un grupo de hombres armados y quienes incluso se llevaron en la camioneta del hombre.

La madre de familia no estaba en la casa cuando sucedieron los hechos. Adriana Coronado era su única hija.

Adriana Coronado había quedado de verse con unos amigos de la escuela en la noche de aquel sábado y la última comunicación que tuvo con ellos fue alrededor de la 1:00 de la tarde por medio de mensajes de teléfono.

En la casa de los Coronado las autoridades encontraron restos de sangre y violencia lo que les hizo suponer que cuando padre e hija fueron secuestrados hubo una refriega violenta. La madre fue la que dio aviso a la policía.

A la investigación de secuestro de César Coronado y su hija Adriana Coronado se sumaron agentes del Departamento de Policía de Houston (HPD, por sus siglas en inglés) y del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).

Sin embargo, lo que esas dos corporaciones no sabían entonces es que la DEA ya tenía en la mira a la compañía de camiones de César Coronado desde meses antes.

De acuerdo con la DEA, en uno de los camiones del hombre en ruta de Laredo a Houston, los federales decomisaron 16 kilos de cocaína y 48,000 dólares.

Coronado solo era una pieza más en un complicado rompecabezas en la distribución de drogas en la que supuestamente participaban varias personas a diversos niveles.

Los socios de Coronado sospecharon de él porque durante el decomiso los federales se quedaron con la droga y el dinero pero no lo arrestaron ni le presentaron cargos.

Sus compañeros de negocios especularon que tal vez había entregado el cargamento para quedar libre o incluso que había soltado otros nombres.

El 14 de marzo de aquel 2016, en un camino rural al noreste de Houston, en el condado de Waller, se encontró una camioneta completamente incendiada y con una persona adentro quemándose por el fuego.

Luego de la autopsia, la Oficina del Alguacil del Condado de Waller (WCSO, por sus siglas en inglés) determinó que el hombre de la camioneta incendiada era César Vladimir Coronado, quien ya estaba muerto a balazos cuando comenzó el fuego que fue premeditado.

Sin embargo, en los alrededores de la camioneta no había ni rastros ni evidencia del paradero de la pequeña Adriana Coronado.

Los investigadores de HPD advirtieron entonces que la joven estaba en grave peligro y pidieron la ayuda de la población para encontrar la pequeña.

Cuando se encontró el cuerpo de César Vladimir Coronado, los agentes del HPD y el FBI intercambiaron informaron con sus colegas de la DEA y descubrieron que los oficiales antidrogas ya tenían al hombre en la mira por su responsabilidad en la red de tráfico de cocaína desde Laredo.

Los agentes de la DEA les revelaron a sus colegas que incluso tenían identificados a otros posibles miembros de la cadena de tráfico de cocaína.

Un informante confidencial les había alertado sobre esos negocios usando los camiones de pasajeros Tornado, algunos propiedad de César Vladimir Coronado, para traer droga desde la frontera a Houston y llevar dinero de regreso.

Durante su testimonio, la madre de Adriana Coronado, de quien no se revelará su nombre en esta historia, aseguró que no sabía nada de los presuntos negocios turbios de su esposo.

El 19 de marzo del 2017, un jardinero que manejaba su camioneta por un camino rural en Katy avisó a las autoridades que había visto a la vera del camino, en una zanja, un cuerpo y que al principio pensó que era una muñeca.

Sin embargo, cuando se detuvo y observó atentamente vio que era una persona muerta. Horas después las autoridades confirmaron por medio de un brazalete que el cuerpo que encontraron era el de Adriana Coronado.

La autopsia reveló que la joven fue violada, asesinada de varios balazos y luego, muerta, tirada en la zanja y le prendieron fuego.

Cuando la encontraron, según los forenses, la chica tenía dos días de muerta y habían pasado cinco desde su secuestro.

La madre de la chica ofreció algunas entrevistas, devastada por la noticia, en la que prefirió no mostrar su rostro ante las cámaras de televisión. Dijo que lo hacía porque tenía miedo.

Dos semanas después de que se encontró el cuerpo de Adriana Coronado, un grupo de agentes federales y locales, en operaciones coordinadas de manera simultánea, arrestaron en las ciudades texanas de Magnolia y Laredo a José Jaime Solís Jr. y Ramón Hipólito Sánchez, respectivamente, por ser dos de los presuntos responsables en el secuestro y muerte de la joven y su padre.

En la casa móvil en la que las autoridades arrestaron a Solís Jr. los agentes encontraron objetos y documentos relacionados a César Vladimir Coronado y la red de distribución. Los dos detenidos también formaban parte de la cadena.

Juan L. Guerra, el abogado de Solís Jr., dijo en la corte federal que su cliente no tenía nada que ver con las muertes del padre y su hija. Sánchez por su parte admitió todos los delitos de narcotráfico pero negó sus vínculos con los asesinatos.

Ninguno de los dos hombres aceptó en todos los interrogatorios que enfrentaron durante revelar más nombres o dar detalles de la cadena de narcotraficantes de la que formaban parte junto a César Coronado. Tampoco admitieron nunca ningún homicidio.

La policía, debido a que los cuerpos estaban quemados, tampoco pudo vincularlos directamente con el crimen. Sin embargo, hay un video de una cámara de seguridad en donde se puede observar a un hombre muy parecido a Solís Jr. correr luego de que la camioneta de Coronado comienza a arder.

En el 2017, un año después de haber sido detenidos, José Jaime Solís Jr. y Ramón Hipólito Sánchez fueron condenados a 10 años de prisión en una cárcel federal por su responsabilidad en la red de tráfico de cocaína. Nunca los pudieron acusar de los homicidios de Adriana Coronado y su padre César Coronado.

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