Pruebas rápidas de ADN, un arma que salva fauna y encarcela a traficantes

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  • Las pruebas rápidas de ADN son un arma que sirve para luchar contra el tráfico de animales
  • Las especies tienen que ser regresadas a su lugar de origen para que puedan estar bien
  • Las abejas tienen un olfato que podría ayudar a detectar el coronavirus

Miami 9 jun (EFE News).- La lucha contra el tráfico ilegal de animales en el mundo está ganando eficacia con las pruebas rápidas de ADN para especies amenazadas de tiburones, anguilas y tortugas, que ayudan a poner ante la justicia a los traficantes y a agilizar el regreso de los ejemplares decomisados a su hábitat. El biólogo colombiano Diego Cardeñosa, que lidera el desarrollo de esta nueva herramienta portátil en la Universidad Internacional de Florida (FIU), cuenta que el proyecto fue implementado por primera vez en 2018 en Hong Kong para detectar comercio ilícito de aletas de tiburones.

La idea es identificar rápidamente y a bajo costo especies animales para determinar si forman parte de la lista de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), el principal instrumento internacional para proteger la biodiversidad. «Cuando llega un contenedor de aletas sin certificado CITES, las autoridades revisan visualmente y si sospechan que hay aletas CITES usan nuestro protocolo para poder hacer la judicialización», indica.

Las pruebas de ADN son efectivas en animales vivos o muertos

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Cardeñosa se ha convertido en un experto del millonario mercado ilícito de aletas de tiburón de Hong Kong y desde 2014 ha analizado más de 15.000 muestras. El investigador detalla que las pruebas de ADN son igual de efectivas independientemente que sean animales muertos o vivos y que en el caso de las aletas han identificado las especies incluso con muestras que han sido procesadas con químicos. Cuenta que gracias a la rapidez de las pruebas, en mayo de 2020 se logró en Hong Kong un «histórico» decomiso de 26 toneladas de aletas de tiburón procedentes de Ecuador y cortadas de unos 38.000 animales, al determinarse con precisión que efectivamente eran de especies de escualos amenazadas.

Del centenar de especies de tiburón que se comercian internacionalmente, unas 17 están en el listado de CITES, entre ellas el sedoso y el martillo. La prueba «se puede diseñar literalmente para cualquier cosa que tenga ADN», indica. El investigador de FIU dice que cada vez son más las autoridades de diversos países que los contactan para la identificación instantánea de especies amenazadas. España para los atunes, Guatemala, Belice e Indonesia para tiburones, Perú para peces ornamentales y Colombia para tortugas matamata, aves y rayas de agua dulce. Asegura que la meta es que este tipo de metodología «se vuelva algo rutinario en el mundo para ayudar a luchar contra el tráfico ilegal de vida salvaje».

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TORTUGAS MATAMATA, DE REGRESO A SU HÁBITAT

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Las autoridades de Investigación Criminal e Interpol (DIJIN) de Colombia contactaron a Cardeñosa para distinguir rápidamente entre sus dos especies de la tortuga matamata: la del Orinoco y la del Amazonas, ambas afectadas por el tráfico ilícito, que las comercia vivas por hasta por 300 dólares. El biólogo explica que otro beneficio del kit de pruebas rápidas de ADN es devolver al animal a su hábitat específico y lo más pronto posible para reducir la mortalidad, y también los costos de la prueba. Las tortugas matamata son muy fáciles de reconocer a simple vista, sin necesidad de unas pruebas de ADN, ya que es una especie de una muy rara apariencia, con una cabeza y cuello con pequeñas protuberancias. Es una tortuga inconfundible, tiene un caparazón marrón o negruzco de unos 45 centímetros de largo y una cabeza triangular, aplanada y alargada.

Sin embargo, gracias a las pruebas las autoridades colombianas pudieron devolver al Orinoco a más de 2.000 crías de estas tortugas decomisadas en 2020 en Colombia y hay otros «miles» incautadas recientemente en proceso de relocalización. Aunque parecen casi idénticas, una de las tortugas vive exclusivamente en la cuenca del río Orinoco y la otro en la cuenca del río Amazonas.

Es importante que regresen a donde deben regresar

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Si estos animales son devueltos al lugar equivocado puede tener impactos perjudiciales para otras tortugas nativas, señala el experto. «Pueden interrumpir los procesos evolutivos de las poblaciones», agrega. El método, que tarda en dar los resultados unas dos horas y cuesta un dólar por cada muestra (10 veces menos que en el laboratorio), además agiliza el retorno de los animales a su hábitat.

Cardeñosa señala que en Colombia está prohibido el comercio de especies de fauna salvaje y que en particular las autoridades han identificado como destino final de las matamata a Perú. Esta tortuga, que prefiere ríos lentos, lagunas calmadas, ciénagas y pantanos, forma parte de las especies amenazadas en Colombia y por tanto su comercio es ilegal en ese país. Además de Colombia, esta tortuga habita en Bolivia, Perú, Ecuador, Venezuela, Brasil y las Guayanas.

LAS «MULAS» DE LAS ANGUILAS

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Las pruebas, además, se ha utilizado en Hong Kong para detectar «las mulas» de la anguila europea, que está en peligro crítico y cuya exportación esta prohibida por la Unión Europea. Sin embargo, Cardeñosa dice que muchos individuos de esta especie llegan vivos a esa ciudad china en manos de pasajeros de avión, que las llevan en bolsitas con agua. Detalla que solo a partir de 2018 pudo ser detectado su tráfico ilegal en el aeropuerto de Hong Kong al determinar con la prueba que se trataba de la anguila europea, y no otra que no esté prohibida, lo que dio lugar a un proceso judicial.

Lo único que podían hacer antes las autoridades era decomisar el cargamento de las anguilas (una especie que no sobrevive más de 40 horas fuera de su medio) y dejar libres a las personas que las traficaban, señala. Antes, las muestras de ADN eran enviadas al laboratorio donde se llevaba a cago un largo proceso de «semanas y hasta meses», comparándolas con las secuencias del material genético en bases de datos, detalla. EFE News

Abejas entrenadas para “sacar la lengua” al oler covid-19

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La Haya, 9 may (EFE).- Hacerse una PCR ha sido una experiencia poco agradable para muchos esta pandemia, lo que ha llevado a un grupo de científicos neerlandeses a buscar alternativa de diagnóstico: aprovechar el excelente sentido del olfato de las abejas para que detecten los contagios, haciendo que «saquen la lengua» cada vez que huelan los cambios que la covid-19 provoca en el cuerpo humano. El coronavirus, al igual que muchas otras enfermedades, provoca cambios metabólicos en el organismo que hacen que el cuerpo emita un olor específico.

Frente a esto, las abejas, que son capaces de localizar una flor a varios kilómetros de distancia, se pueden entrenar cual perros para que reconozcan el olor que desprenden muestras infectadas con el SARS-CoV-2, el virus que provoca la covid-19, y prepararlas para ser unas auténticas PCR. Se entrenan en cuestión de minutos, son un animal accesible en todos los países del mundo y, aunque provoquen fobias a ciertas personas, las abejas pueden ser algo más agradables si se comparan con los hisopos que se usan para las PCR, lo que hace que esta técnica, «BeeSense», sea muy tentadora, en especial dada la escasez mundial y la necesidad de los test de diagnósticos.

Parecido a los perros

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“Lo maravilloso de las abejas es que tienen una capacidad olfativa muy fuerte, son como los perros, y pueden incluso detectar cambios menores. Pueden hacer cosas fascinantes”, dijo a Efe Aria Samimi, director de la Startup InsectSense, que unió fuerzas con el laboratorio neerlandés Wageningen Bioveterinary Research (WBVR) para hacer sus ensayos y ver cómo las abejas pueden detectar si una persona está o no enferma de covid-19.

Recuerda que los confinamientos decretados en diferentes países durante la pandemia fueron porque “no teníamos sistemas de diagnóstico” suficientes como para separar a las personas contagiadas del resto, y esto es algo que “las abejas pueden aprender en pocos minutos, en comparación con los perros, y tan pronto como aprendan, podrán hacer las detecciones en pocos segundos”.

Apenas comienza

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La investigación aún se encuentra en su etapa inicial. Fueron entrenadas más de 150 abejas en el laboratorio con muestras infectadas con el SARS-CoV-2 de visones y humanos, dándoles una solución de agua azucarada como recompensa cuando tenían que oler el metabolismo relacionado con la covid-19, lo que les ha enseñado a extender la lengua para alcanzar el dulce.

“Al repetir esta acción varias veces, las abejas asociaron la recompensa con el aroma como estímulo. Con este condicionamiento repetido, pronto las abejas comenzaron a extender la lengua solo para el olor, sin que se ofreciera una recompensa como seguimiento”, explican los científicos. De salir adelante con todas las garantías, puede convertirse en una técnica “muy útil para prevenir y gestionar los futuros brotes” de cualquier virus a gran escala, dice Samimi.

Las abejas no estarían sueltas en espacios

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“Es globalmente accesible, no solo para países desarrollados sino también para los que tienen bajos ingresos”, insiste. Samimi calma a los más escépticos que ponen la apifobia sobre la mesa: la idea no va de dejar rondar a las abejas a su aire por los aeropuertos o los hospitales, y que vayan sacando la lengua cada vez que huelan la covid-19. El planteamiento requiere un biosensor, dentro del que se colocarían las abejas. La gente puede respirar dentro, o a través de otra herramienta que acerque las muestras a las abejas. Por tanto, el siguiente paso es trabajar en la “escalabilidad” de este enfoque y, dado que las abejas son accesibles a nivel mundial, lo único que la gente necesita es una máquina para poder entrenar a estos insectos.

InsectSense ya ha desarrollado varios prototipos de aparato que puede entrenar simultánea y automáticamente a varias abejas, y un biosensor que despliega a las abejas entrenadas para el diagnóstico. “Esta tecnología puede ser un sistema de diagnóstico muy eficaz para los países de bajos ingresos que enfrentan desafíos para acceder a la infraestructura y las tecnologías” de diagnóstico necesarias, añade la empresa. En principio, tampoco hay peligro de que las abejas propaguen la enfermedad: no son sensibles al virus y no entran en contacto directo con él durante los ensayos. EFE