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Pablo Pérez, un capitán temperamental que puso a marchar a todos en Boca

Ni Carlos Tevez, Fernando Gago, Cristian Pavón, Darío Benedetto, o Wilmar Barrios. Boca tienen un capitán, Pablo Pérez, que ha puesto a marchar a todos.
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Ni Carlos Tevez, Fernando Gago, Cristian Pavón, Darío Benedetto, Ramón Ábila, Nahitan Nández o Wilmar Barrios. Boca tienen un capitán, Pablo Pérez, que ha puesto a marchar a todos.

Pérez, de 33 años, no acapara los flashes en el equipo xeneize, pero lleva varios años como titular indiscutible y es una pieza clave de Boca Juniors, que este sábado intentará superar a River Plate en el Monumental y consagrarse campeón de la Libertadores tras el 2-2 en el partido de ida jugado en la Bombonera.

 

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Su temperamento hizo que desde su debut recibiera muchas tarjetas amarillas, casi una cada dos partidos. Incluso se lanzó hace unos meses ‘Pobla Pérez’, un juego de vídeo en el que un jugador de Boca Juniors con la fisonomía de Pérez debe correr por un campo de fútbol esquivando tarjetas amarillas.

“Sí, hago algunas faltas por querer recuperar la pelota, por ir a buscar cada una como si fuera la última, por el roce que existe en mi zona, en la mitad de la cancha. Se generó ese mito de la amarilla porque tengo muchas en mi carrera. Es verdad: la estadística me da en contra”, señaló a la prensa.

Además, en una oportunidad reveló que habla con la psicóloga del club para intentar “controlar el tema de las tarjetas”.

“Tengo un perfil como si fuera un tipo serio, agresivo. Después, afuera de la cancha, soy alegre y divertido. Mucho más divertido de lo que se cree”, añadió.

Es un centrocampista mixto, defiende con fiereza y tiene facilidad para dar salida a los ataques desde la mitad.

Sabe ubicarse en el campo, hacer relevos, meter balones filtrados y suele ser clave en los partidos importantes.

Pérez debutó en Newell’s a fines de 2006 y jugó allí hasta mediados de 2009, cuando pasó al Emelec.

“Mi comienzo en Newell’s fue bueno, pero decaí de a poco. Cuando parecía que estaba todo bien en el club afrontamos una situación difícil: pelear el descenso. A mí me jugó una mala pasada. Fue un momento de sufrimiento e influyó en mi trabajo. En 2009 me fui silbado. La gente intercambiaba aplausos y silbidos. El aplauso era muy tibio y el silbido muy fuerte”, dijo Pérez.

Solo un año después regresó a Argentina para jugar en Unión, equipo con el que logró el ascenso a la elite del fútbol local.

En 2011 regresó a la Lepra y dos años más tarde fue campeón de la Liga y semifinalista en la Copa Libertadores.

Su buen nivel le abrió las puertas de Europa y en enero de 2014 fichó por el Málaga, pero jugó solo un puñado de partidos.

A fines de ese año el club español lo cedió a Boca, que luego lo compró. Con el paso del tiempo se fue afianzando en el equipo hasta convertirse en capitán y referente.

“Mi mejor juego se ve cuando tengo la pelota en los pies, cuando quiero hacer jugar al equipo, cuando ataco”, aseguró el centrocampista, quien estuvo en la lista preliminar de 35 jugadores de Argentina para el Mundial de Rusia 2018, aunque finalmente quedó fuera de la nómina final.

Pérez ganó con Boca Juniors la Copa Argentina de 2015, la Liga argentina de ese mismo año y las Superligas de 2017 y 2018.

A su palmarés le falta un título internacional, una deuda que intentará saldar este sábado en el Monumental ante River Plate. EFE

sam/rgm/hbr

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