Inmigrante fue deportado y casi muere en su intento por regresar (VIDEO)

«ICE nos hizo abrir la puerta de nuestra casa diciendo mentiras», así esta mujer, quien no quiere ser identificada pero a quien llamaremos Victoria, cuenta cómo su esposo fue arrestado por ICE y luego deportado a Colombia. Y aunque es ciudadana estadounidense, dice estar viviendo las consecuencias que solo viven los inmigrantes indocumentados.

Vecinos y familiares presenciaron el arresto que ocurrió muy temprano en la mañana del año 2008, pero lo peor de esta deportación vendría un año después cuando Pedro -pseudónimo que utilizaremos para no dar a conocer su verdadero nombre-, desesperado por estar al lado de su familia, decidió reingresar a Estados Unidos cruzando ilegalmente la frontera.

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El trayecto de la muerte

Su trayecto empezó con un vuelo de Colombia a Panamá. Desde allí se adentró en un camino plagado de violencia, humillaciones y en donde se toparía varias veces con la muerte.

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«Ellos llegan a un extremo en donde uno mismo tiene que decidir entre quitarse la vida o seguir aguantando; y por amor [a mi familia] seguí aguantando», dijo Pedro a MundoHispánico al referirse a las personas a quienes les pagó para que lo ayudarán a cruzar la frontera, los llamados ‘coyotes’.

Pedro cruzó las fronteras de Guatemala a México y de México a Estados Unidos. En Puebla la situación empeoró al encontrarse con uno de los clanes del cartel Los Zetas.

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«El paso por Guatemala me marcó muchísimo, porque a medida que iban pasando los días todo se complicaba. Pensaba que lo difícil sería pasar la frontera de México a Estados Unidos. Pero entre Guatemala y México, tuvimos momentos en donde nos dispararon, nos intentaron asaltar. La travesía por México es muy compleja porque teníamos que ir de camión en camión, literalmente en hacinamiento; en un camión montados más de 150 personas. Los trayectos eran de 18 a 20 horas; un trayecto duró 37 horas. Todos llegamos sin fuerza y nos tuvieron que sacar cargados del camión».

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Coyotes: torturadores sexuales

Durante la travesía, Pedro y el grupo de individuos que al igual que él querían cruzar pasaron dos días sin comer y al pedir alimento fueron víctimas de severas vejaciones sexuales por parte de los coyotes.

«Nos lastimaron con cosas que son degradantes, las mujeres fueron violadas. Yo tuve una situación muy compleja, me lastimaron el ego de hombre y me degradaron de tal manera que querían que yo desistiera hasta de vivir. Todo el tiempo pensé que iba a morir», puntualizó Pedro con cierto tono de cohibición en su voz.

Cacería humana: entre México y Estados Unidos

Cuando faltaba poco para cruzar de México a Estados Unidos, Pedro se vio con varias laceraciones en el cuerpo, por lo cual sus compañeros de viaje le pidieron que desistiera  de seguir en el  recorrido y que lo mejor sería regresar a Colombia, o de otra manera perdería la vida. No obstante, su afán por reencontrarse con su familia lo hizo proseguir.

«Entramos 97 personas al desierto y logramos llegar a Arizona solamente siete porque en el desierto lo que hace Inmigración es una cacería. Los siete que no fuimos arrestado en la redada del desierto nos quedamos con un coyote que no conocía el camino», agregó.

Solo faltaban tres días para que los siete llegarán al destino final dentro de tierras estadounidenses; pero esos tres días se convirtieron en diez y al quinto día se quedaron sin agua y en donde «la única alternativa física era la muerte», cuenta Pedro quien también dijo que en medio de aquella terrible circunstancia, ocurrió un milagro: «Encontramos agua en medio del desierto».

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Familias separadas pero no rotas

Según la organización American Inmigration Council, más de ocho millones de estadounidenses viven con al menos un miembro de la familia que es indocumentado. Al momento de su deportación, Pedro estaba esperando la cita de inmigración para que fuese aprobado su matrimonio y lo que terminó llegando a su casa fue un séquito de oficiales de ICE que lo arrestaron y deportaron.

Y aunque han pasado diez años desde que Pedro cruzó la frontera soportando las peores humillaciones y agresiones para estar a lado de su familia, el peligro para él sigue latente. Inmigración puede tocar a su puerta en cualquier momento, sin importar que su esposa e hijos sean ciudadanos estadounidenses.

«Tenemos mucho temor, pero decidimos tomar más precauciones. No manejar, no salir a la calle, no estar hasta altas horas de la noche expuestos a una redada», indicó Victoria.

Actualmente, el hombre de 44 años sigue indocumentado pero en proceso de pedir un perdón para resolver su estatus migratorio.

A pesar de lo vivido y sus circunstancias, Pedro es un hombre exitoso como padre de familia y en sus negocios, y solo busca que su historia inspire a otros a amar.

«Que amen de manera especial a sus familias, que le den el reconocimiento a sus hijos, que traten de esforzarse por hacer el bien, que no sientan que es un día más, que cada día se debe celebrar el amor porque lo que ustedes tienen a nosotros nos falta, libertad», expresó.

Transgresores de la ley por amor

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El plan de la pareja  era buscar la legalización de Pedro por las vías legales disponibles, pero al contraer matrimonio ignoraba que sobre Pedro recaía una orden de deportación desde el 2003.

Después de su deportación, iniciaron el proceso de espera por diez años, el tiempo que indica la ley estadounidense para luego poder solicitar un perdón.

«Somos personas que confiamos que haciendo las cosas bien Dios nos respaldará. [En el momento de la deportación] decidimos esperar; pero tras cada mes que pasaba se iba agudizando la situación familiar y económica. Estando allá, sentía que era papá pero papá a medias, un papá que no respaldaba, un papá que no era proveedor no sólo de las cosas materiales pero de guía espiritual para mis hijos y en ese momento decidí atravesar Centroamérica pensado que iba a estar allí físicamente para ellos».

Sin embargo, para las personas que ven a Pedro como un criminal por haber roto las leyes migratorias del país, él sólo les pide entendimiento:

«Proveer a una familia que está en Estados Unidos desde Colombia es imposible por el cambio de moneda; pero la decisión la tomé pensando que lo debo hacer bien, sin querer incurrir en algo que vaya en contra de la ley porque soy una persona que confió y respeto las leyes de este país pero en ese momento me tocó hacerlo. Ahora puedo testificar que mi familia está bien económicamente y que mis hijos y mi esposa tienen un padre y un esposo que los ama y los protege. Los que cruzamos no somos delincuentes hacemos esto por nuestra familias», finalizó.

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