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Inmigrante se refugia en iglesia mientras busca asilo en el país (VIDEOS)

Giuseppe Parra, un inmigrante venezolano, se refugia en iglesia de Decatur, Georgia mientras busca asilo en Estados Unidos.
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Giuseppe Parra no tiene ni 21 años y ya ha estado detenido cuatro veces en su vida. El encierro no le es ajeno y las circunstancias difíciles parecen haber sido parte de su existencia desde que era pequeño y vivía en un orfanato.

Hoy, su confinamiento es diferente. Su habitación es un refugio que le ha dispuesto la Columbia Presbyterian Church, la primera iglesia en Georgia que se ha declarado santuario para inmigrantes en Georgia. Ahí, en donde por fin ha encontrado algo de tranquilidad, espera por que se procese el asilo que pidió al Servicio de Ciudadanía e Inmigración (ICE) tras entrar al país el pasado mes de mayo de 2017.

«Abandoné mi país debido a la gran crisis que está viviendo mi país, Venezuela. Mi vida allá era muy dura, en todos lo sentidos. Comida, salud, educación… Mi país está devastado por la crisis», contó el joven a MundoHispánico desde su habitación en la iglesia ubicada en el pueblo de Decatur.

Parra comenzó su travesía a pie, pidiendo transporte a quien le diera, buscando ayuda de donde pudiera, e incluso, se montó en ‘La Bestia’ hasta llegar a la frontera de México y McAllen, Texas.

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«Me tocó una travesía de Brasil, la selva, Colombia, todo Centroamérica, México… Yo empecé a caminar totalmente confiado de que iba a llegar a algún lado. Perdí mucho tiempo y dí muchas vueltas geográficamente, hasta que llegué», explicó.

La travesía duró unos siete meses.

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«Fue muy fuerte porque me dejaban dormir en algunos sitios, pero la mayoría del tiempo me tocó dormir en la carretera y todos los días era caminar y caminar. Hubo paisanos míos que me brindaron la mano para seguir adelante. Pero si llovía, llovía y tenías que caminar. Incluso cuando estaba pasando México, bajaron las temperaturas. Fue poderosamente triste. Lo más triste era ir caminando por una carretera donde no se vieran casas, lloviendo, y mirar el horizonte demasiado, pero demasiado lejos de ti», recordó.

Una vez Parra llegó a la frontera, estuvo a punto de ser engañado. Sin embargo, dice, no se dejó. De hecho, nunca buscó la ayuda de ‘coyotes’ para cruzar.

Hasta que el 21 de diciembre de 2017 hizo su entrada al país por un puente internacional.

«Llegué a la frontera y le pedí a una señora mexicana que me pasara, ella me ayudó y ahí fue donde me entregué a las autoridades, pidiendo asilo», dijo el joven.

Sin embargo, en Estados Unidos comenzó una de las etapas más duras para Parra. Y quizá, la más complicada.

«Estaba muy sorprendido porque es un nuevo país y estar preso con cientos de inmigrantes de diferentes países que nunca conocí… Ya después del 31, empieza la soledad, los maltratos hacia mí, y hacia todos los inmigrantes que estaban conmigo. Porque se nos discrimina a todos. Realmente el sentirme solo, el no tener a nadie aquí es muy fuerte. Y ver a personas que lo tenían todo y se rendían… Yo lloraba todas las noches. Oraba a Dios y le decía que me sacara de aquí», expresó el joven.

El venezolano recuerda haber estado confinado en los Centros de Detención para inmigrantes de Folkstone y Stewart, en Georgia.

Después de haber vendido dibujos en la cárcel para poder comer, y de pasar las más incómodas vicisitudes en su celda, el joven supo que tenía que pedir ayuda.

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«En febrero de 2018 empecé a entender cómo enviar cartas dentro de la prisión. Dos o tres mexicanos me enseñaron a traducir lo que escribía. Y empecé a enviar y a enviar cartas a organizaciones pidiendo ayuda. Hasta que di con el Southern Poverty Law Center (SPLC)... La organización me ayudó a buscar un auspiciador, que es la iglesia del pastor Tom, y la iglesia decidió enviar una carta al juez diciendo que se podían hacer cargo de mí», explicó Parra.

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Hoy, Parra mira con esperanza el futuro. Espera porque se procese su caso ante las autoridades de inmigración. Pero mientras lo hace, agradece cada detalle del espacio en el que está. Hay galletas en una pequeña alacena de las que puede disponer cuando guste. Entra la luz del día por la ventana y halla el aire suficiente para respirar.

Algo que no tenía en los distintos calabozos donde tuvo que estar el último año.

«A pesar de que la vida ha sido dura conmigo, nunca hay que rendirse, hay que seguir adelante. Que lo malo que te pase, no te entristezca, sino que el fracaso te impulse. Pienso en el futuro, en ser alguien», finalizó.

Sobre la ayuda que ofrece la Columbia Presbyterian Church

La liberación de Parra fue gracias al esfuerzo de la Southern Poverty Law Center, pero también, gracias a la ayuda de la Columbia Presbyterian Church.

La iglesia lanzó hace unos dieciocho meses el New Sanctuary Movement of Atlanta, una especie de movimiento unido entre otras comunidades de fe que busca ayudar a las familias separadas por las políticas migratorias, y a los inmigrantes que se encuentren en una situación precaria.

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«Muchas personas están proveyendo recursos. Lo más importante que hacemos es educar a la comunidad y abogar por los derechos de los inmigrantes. Y una de las cosas que decidimos fue disponer una habitación para alguien que estuviera en una situación como la de Giuseppe y que necesitara un lugar para quedarse. Entonces fuimos contactados por la SPLC y nos dijeron: tenemos un hombre joven a quien le van a dar ‘parole’ pero necesita un auspiciador, entonces hicimos una carta al juez diciendo que sí lo haríamos y aquí estamos», explicó Tom Hagood, pastor de la Columbia Presbyterian Church y líder del movimiento.

Hagood dijo que la comunidad se ha unido para ayudar a Giuseppe, quien se encuentra refugiado en la iglesia desde el pasado 2 de octubre, pero que todo aquel que desee ayudar al joven puede hacerlo escribiendo a sanctuarymovementofatlanta@gmail.com

«Estaremos más que felices de conectarlos con el programa y de explicarles cómo pueden ayudar a Giuseppe», finalizó el pastor.

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