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Cada vez más guatemaltecos en Georgia que solo hablan lengua maya

En Guatemala el 40 por ciento de la población es indígena, se habla una veintena de lenguajes, el más conocido para la cultura occidental: el castellano.
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  • Cada vez son más los guatemaltecos que llegan a Atlanta y no hablan inglés ni español
  • Se unen en grupos para ayudarse unos a otros
  • No obstante, consiguen trabajo y logran adaptarse a las costumbres del país

Armando Pérez tiene apenas 19 años y pasó la frontera sur tres meses atrás. No hizo como muchos inmigrantes, que atraviesan todo tipo de peligros para cruzar al Norte. Simplemente se presentó en inmigración, donde habló de por qué necesitaba estar en Estados Unidos, pero no lo hizo ni en inglés ni español sino en un idioma que domina desde que nació. Armando es guatemalteco y habla, perfectamente, el mam.

El joven recuerda la cara de asombro de los oficiales, quienes desconocían por completo la lengua maya que Armando había aprendido de sus padres. Para él, el inglés estaba en ‘tierras americanas’ y el español comenzó a estudiarlo cuando tenía más de 10 años. Pero aún no logra hacer oraciones completas, sino responder preguntas con escasas palabras y siempre con la mirada fija en su interlocutor para entender bien lo que le inquiere.

De Huehuetenango a Dalton

Así conversó MundoHispánico con Armando, mientras descansaba luego de cumplir con su jornada laboral, en una casa de la ciudad de Dalton, en el condado de Whitfield, a unas 90 millas al noroeste de Atlanta, donde ahora tiene su nuevo hogar, junto a los hermanos Mario y Consuelo Poak y sus pequeños hijos, que como él también llegaron de Guatemala, del Departamento de Huehuetenango, pero hablan perfecto español.

Toda ayuda de los Poak a Armando parece imprescindible. No solo en brindarle una casa, “pues eran conocidos del pueblo”, aseguran, sino a la hora de comunicarse, pues si dependiera de Armando únicamente, las conversaciones en español estuvieran matizadas por diálogos con oraciones cortas, dominadas por preguntas y respuestas y mucho lenguaje corporal, como sucedía por momentos mientras platicaba con MundoHispánico.

 

La situación se le complica cuando no tiene a su lado a ninguno de los hermanos o sus hijos. Ahí debe apelar al español que recibió en la escuela y a lo poco que ha aprendido en casa o en el trabajo, donde permanece callado la mayor parte del tiempo, para no sobresalir entre los demás, pues aunque trabaja 12 horas diarias y en el turno de la noche por 10 dólares la hora, quiere cuidar la mejor ocupación que ha tenido en sus 19 años.

Pero en Dalton hay muchos Armandos. Un breve recorrido por una barriada hispana fue suficiente para confirmar el por qué la ciudad es conocida por tener una nutrida comunidad de Guatemala, manifestada no solo por la cantidad de habitantes que allá tiene su origen, sino por los propios negocios que existen. Desde una clínica para el cuidado de la salud -manejada por guatemaltecos- hasta supermercados.

De éstos últimos, el más distintivo es el Super Quetzal, cuyo nombre basta para reconocer de dónde provienen los productos allí se expenden. Sin embargo, su dueño, Oscar Raymundo, ha querido diversificar lo que ofrece al público desde que abrió el lugar hace 14 años, aunque sus coterráneos de Guatemala lo tengan como un lugar de referencia, “pues aquí encuentran muchos alimentos típicos de nuestro país”, afirma.

El sitio es, a primera hora de la mañana, poco concurrido. Uno que otro cliente entra y hace una pregunta similar: ¿Le entró carne para chuchitos? ¿Tiene algún embutido para shucos? Y no solo en español. El señor Oscar domina con perfección otro dialecto, el q’anjob’al; sin embargo, en más de una ocasión le ha tocado atender a un compatriota que no habla su mismo idioma. A ese, solo le saluda y cobra. No hay nada más que hacer.

Pero según el guatemalteco, que vive en Estados Unidos desde 1986, con el avance del día la tienda se llena. “Por eso se me acaban con tanta rapidez las cosas. Demoro un poco en abastecer y se vende muy rápido, pues de las tiendas hispanas, esta es la más conocida con productos de Guatemala y Centroamérica y esta es una zona donde hay muchas personas de allí”, asevera.

Como MundoHipánico no pudo comprobar el comportamiento de Armando en su día a día, el testimonio del empresario corroboró los escasos parlamentos que el joven habló, mientras era asistido por algún miembro de la familia Poak. “Es bien difícil para ellos”, afirma el señor Oscar, haciendo referencia a cómo alguien como Armando vive en sociedad. “Conozco a quienes no hablan nada de español ni nadie les ayudan”, lamenta.

 

¿Mayas en Chamblee?

Quizás no los ha percibido, pues se confunden entre los cientos de hispanos que a diario transitan por varias ciudades de la Atlanta Metropolitana. Solo si les escucha hablar, comunicarse entre ellos, podría percibir algo fuera de lo común. Así puede pasar en una tienda de ropas, en una gasolinera, en un mercado de comida o en un centro comercial. Están por doquier, en Norcross, Doraville y Chamblee, fundamentalmente.

Tras llegar a ‘la gran ciudad’ se han adaptado como todo inmigrante. En la práctica son como los demás, con la pequeña -y gran diferencia- de dominar una lengua ancestral. Quizás no saben la riqueza con la que cuentan. No todos en el mundo hablan un lenguaje heredado de una de las mayores culturas de la humanidad. Pero ahí van. Intentando sobrevivir a su estatus migratorio, que también les pone al borde de la deportación.

Diony Chamblee
Diony Jiménez se adaptó a las costumbres de Estados Unidos. Ahora ayuda a su esposa y sus primas. Foto: Hanoi Martínez/MH

Sin embargo, este particular es lo que menos les preocupa, pues como asegura a MundoHispánico Diony Jiménez, un guatemalteco que vive junto a su esposa y dos primas de ésta en Chamblee, al pasar por la frontera lo hacen con una suerte de ‘autorización’ de los funcionarios, quienes no les detienen; les preguntan si tienen dónde ir y en caso afirmativo les dejan seguir viaje.

 

Así llegó él en 2004; así cruzaron su esposa y parientes hace poco tiempo. Jiménez trabaja en un campo de golf. El conocimiento del español y algo de inglés le ha ido abriendo puertas. Pero también habla mam, es su idioma natal. “Lo escuché de mis padres, era lo que se hablaba en casa, el español lo aprendí a los cinco años en la escuela, y si no lo estudio ya se me hubiese olvidado”, reconoce.

No obstante, su compañera en la vida no corrió la misma suerte con el aprendizaje del español. Ni sus primas tampoco. La conversación entre ellas fue lo que llamó la atención al redactor de estas líneas. Lo hacían en mam, el único idioma que dominan. Y como afirma Jiménez, su familia no es la única en Chamblee. “Vivimos cerca, los que van llegando, que son muchos, buscan a quienes les puedan ayudar a comunicarse”, dice.

Y estas llegadas han tenido sus consecuencias. “Las rentas han subido en nuestra área. Como los dueños saben quiénes somos, que residimos juntos, hacemos compras juntos, se aprovechan y suben los precios, verifíquelo”, reta. Y Jiménez lleva la verdad en sus palabras. Varios residentes en la zona lo confirman. Un colombiano, otro argentino. “Todo se ha elevado aquí. La ciudad ha ido cambiando, su dinámica”, destacan.

Ayuda segura

El consulado de Guatemala en Atlanta, que comparte edificio con la Asociación Latinoamericana en la ciudad de Brookhaven, atiende a decenas de personas cada día. “Entre ellas ayudamos a quienes solo hablan una de las lenguas nacionales”, asegura a MundoHispánico Telma Borrayo, cónsul general, quien cumple esa función desde diciembre pasado, luego de trabajar como tal durante seis años en Los Ángeles.

La diplomática asegura que por tratarse de un país multinacional, todas las sedes consulares en Estados Unidos están conectadas a un centro de llamadas (1-844-805-1011), donde hay intérpretes en todos los idiomas. “También tenemos nuestra propia red inter consulados; sabemos quién del personal administrativo habla una de las lenguas y sin importar si está en California o Nueva York, nos ayuda en la comunicación”, destaca.

consul Guatemala
Telma Borrayo, cónsul general de Guatemala en Atlanta, asegura que han ayudado a varios guatemaltecos que no dominan el español ni el inglés. Foto: Hanoi Martínez

Y a las ayudas se refiere la cónsul Borrayo, relacionadas no sólo en la tramitación de pasaportes o certificaciones de nacimiento. “Les colaboramos como intérpretes cuando tienen citas médicas, con el departamento de familia, en la corte o en inmigración”, asevera. “Asistirles es reconocer nuestra rica diversidad cultural, que ya cuenta con el reconocimiento oficial en nuestra Constitución”, concluye.

 

Riquezas culturales

Para quienes hablamos un idioma y medio de otro -español e inglés-, el conocer a quien puede dominar a la perfección una lengua tan antigua como la misma historia es sorprendente. Y no son fenómenos aislados. En Guatemala, donde el 40 por ciento de la población es indígena, se habla una veintena de lenguajes, el más conocido para la cultura occidental: el castellano. Los demás son originarios, la mayoría provenientes del maya.

Y eso representa una riqueza. La mitad de un país que se comunica usando ‘dialectos’ de una lengua antigua. Pero su ky’ixk’oj -dolor, en mam- comienza cuando se van de su medio y les toca enfrentarse a otra realidad. Pero salen adelante. Como fieles herederos de sus ancestros, no temen a los retos. Sabiéndose un tanto diferentes, se acoplan, adaptan sus formas, conquistan una tierra desconocida y la hacen suya.

 

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