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Crónica: Era nuestro aliado y se nos fue para siempre

Crónica: Era nuestro aliado y se nos fue para siempre. Estoy seguro que la comunidad hispana ha sufrido una gran pérdida.
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  • Crónica: Era nuestro aliado y se nos fue para siempre.
  • Estoy seguro que la comunidad hispana ha sufrido una gran pérdida.
  • Fueron incontables las veces que los vi sirviendo y protegiendo a los desprotegidos.

Las autoridades de Georgia están

de luto tras el lamentable fallecimiento de uno de sus más destacados miembros.

Durante dos décadas el oficial Luis Rivera patrulló las calles de Gwinnett, el condado con más hispanos en todo el estado, hasta que a principios de este año comenzó a sentirse mal de salud.

Él esperaba que no fuera nada grave, sino que algo pasajero, para poder así volver a lo que tanto le apasionaba, que era cumplir con su juramento de “proteger y servir” a la sociedad, lo que me consta hizo siempre al pie de la letra.

Sin embargo, desgraciadamente el diagnóstico no era lo que él deseaba, sino que, todo lo contrario.

“Usted tiene cáncer y está etapa terminal”, le dijeron los médicos al agente de origen puertorriqueño de manera cruda y tajante, como suelen hacerlo.

Rivera decidió retirarse, pues ya tenía la posibilidad de hacerlo, y dedicar el poco tiempo que le quedaba de vida para descansar y pasar más tiempo a su familia.

Dolidos por su ausencia, pero agradecidos por todo su trabajo y amistad, sus compañeros de trabajo lo fueron a visitar a su casa y a mostrarle a Rivera todo su amor.

Una decena de uniformados bajaron de sus patrullas y llegaron hasta la puerta del hogar de Rivera, quien los esperaba recostado en una silla.

En el video que grabó uno de los familiares de Rivera se ve varios de los patrulleros llorando por su amigo. Al final todos se abrazaron y hasta posaron para la fotografía del recuerdo que, por cierto, fue lo último que tendrán de él.

Y es que desgraciadamente, el día que menos se esperaba le llegó a Rivera, a la semana siguiente de esa sorpresiva visita, pasó lo más doloroso para sus seres queridos y todos los que lo conocíamos: Rivera pasó a morar a la eternidad.

Oficial Luis Rivera. Foto: Policía de Gwinnett

“Descansa en paz hermano. Fue un honor haber servido a tu lado. Gracias a eso ahora somos mejores. Siempre te amaremos y recordaremos”, escribió la Oficina del Alguacil de Gwinnett en su página de Facebook.

Crónica: Era nuestro aliado y se nos fue para siempre

En lo personal puedo decirles que Rivera era uno de los buenos amigos policías que tengo en Georgia.

Trabajamos juntos múltiples historias. Las veces que lo entrevisté son incontables. En su patrulla me monté una docena de ocasiones y siempre nos reíamos de los chistes pues, aunque él parecía serio y estricto, en realidad era un hombre muy paciente, cordial y jocoso.

Hablaba excelente el español a pesar de que creció aquí, así que nos entendíamos a la perfección.

Le gustaba la comida latina, recuerdo que en una oportunidad fuimos a cenar una parrillada uruguaya y en otra, nos sentamos a almorzar en el Pollo Campero.

Pero eso no es lo mejor de todo. Entre sus cualidades que más yo admiraba están el hecho de que era sumamente comprensivo y misericordioso.

Quiero contarles un par de ejemplos de acciones que presencié: Estábamos juntos en su patrulla detenidos en medio de una transitada calle de la ciudad de Norcross.

Mientras que conversábamos una alarma comenzó a sonar. Se trataba de su cámara lectora de placas que le estaba dando una alerta de que había un fugitivo cerca.

Y es que a nuestro lado acababa de pasar un auto cuyo propietario tenía una orden de arresto.

De inmediato Rivera Salió a toda prisa detrás del vehículo, pues siempre decía que atrapar prófugos de la ley era su especialidad, lo que más le encantaba.

Al nomás alcanzó el carro en cuestión, le prendió las luces para ordenarle detenerse.

Rápidamente se dio cuenta de que no se trataba del sujeto que buscaba, pues quien conducía el coche era una dama hispana, que por cierto iba con sus dos niños.

Se bajó para interrogarla y tratar de sacarle alguna información sobre el individuo, pero no pudo sacarle mucho.

Entonces le pidió su licencia de conducir y ella le dio su pasaporte, pues como la mayoría de los latinos en Georgia, no contaba con ese preciado documento.

Crónica: Era nuestro aliado y se nos fue para siempre

Rivera la regañó por manejar sin licencia y le explicó que eso era un delito en Georgia, pero que le aclaró que, aunque bien podía, le daría la oportunidad de no llevársela presa.

“Váyase para su casa y no maneje más, porque si me la vuelvo a encontrar tras el volante, no tendré mas remedio que llevarla a la cárcel porque ya esta advertida”, le dijo.

Tremendo favor que le hizo, pues en esa localidad eso habría representado para ella una segura deportación. Pero Rivera la dejó ir y sin siquiera una multa, un gesto que tuvo tantas veces con los hispanos.

Me contaba que solía arrestar solo a quienes no tenían ninguna clase de identificación con ellos, pues en casos así muchos criminales mienten sobre su identidad y él creía que era necesario que le sacaran huellas y tomaran fotografías para descartar que no se trataba de algún delincuente peligroso.

Crónica: Nuestro aliado siempre
Rivera era uno de los buenos amigos policías que tengo en Georgia – Foto: Mario Guevara

En otra oportunidad íbamos juntos en su patrulla en la Interestatal 85 cuando la alarma volvió a sonar. Al lado acaba de pasar una camioneta cuya conductora tenía una orden de arresto por no haber pagado una multa de tránsito.

Rivera la detuvo en el acto y se dio cuenta que se trataba de una anciana estadounidense. El uniformado le explicó a la señora la situación y con todo el dolor de su alma la apresó.

Me dijo en ese instante: “No tengo opción. Aunque no quiera detenerla debo de, porque la ley lo manda”. Lo que, si hizo, a petición de la misma conductora fue esposarla con las manos hacia adelante, pues ella se lo pidió, ya que le dolían mucho por la artritis.

“No debería hacer eso, porque representa un riesgo para nosotros, porque alguien con las manos atadas hacia adelante puede hacer cosas peligrosas, pero le haré el favor, me arriesgaré con ella”, dijo y así lo hizo y ella muy agradecida con él.

Crónica: Era nuestro aliado y se nos fue para siempre

En otra oportunidad vi a Rivera correr como un adolescente detrás de un sujeto que era buscado por agredir a su pareja. Tras corretearlo en medio de un ara boscosa finalmente le dio alcance y lo pudo llevar a prisión.

La verdad tengo tantas anécdotas con Rivera, como por ejemplo cuando no me dejaba bajarme de su patrulla en ciertos momentos cuando él consideraba peligroso. Me decía que era el responsable de mi seguridad y que tenía que obedecerle, así que tocaba, aunque la adrenalina me instaba a salir y grabar.

Voy a extrañar a este gran ser humano y amigo excepcional. La última vez que hablamos me dijo que estaba pasando un mal momento de salud, sin darme mayores detalles, seguro para no preocuparme, y yo que confiado no volví a llamarle más, hasta que me enteré de su partida por medio de sus jefes. Me siento triste, pero bueno, es la ley de la vida.

Gracias por leer mi crónica de hoy en MundoHispánico. Hasta la próxima.

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