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Crónica: El destino le arrebató a sus seres amados y lo dejó bien quemado

Crónica: El destino le arrebató a sus seres amados y lo dejó bien quemado, pero ahora quiere convertirse en una luz para otros.
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  • Crónica: El destino le arrebató a sus seres amados y lo dejó bien quemado.
  • Alexander y su abuela no se dan por vencido y tienen fe de que harán realidad sus sueños.
  • La comunidad latina ya está respondiendo al llamado de auxilio de esta familia de escasos recursos.

A pesar de su corta edad, Alexander Rivera Mejía sabe perfectamente lo que es el sufrimiento extremo.

Y es que el pequeño de tan solo 10 años se vio involucrado en un terrible accidente en el que además de perder a su hermana y su madre, también quedó completamente quemado.

En mayo pasado, el menor y sus seres queridos se encontraban durmiendo en su hogar en un pequeño poblado de La Ceiba, Honduras, cuando fueron despertados por un intenso humo.

Al levantarse se dieron cuenta de que la casa había agarrado fuego y trataron de evacuar, pero ambas salidas estaban bloqueadas, por lo que quedaron atrapados adentro.

En cuestión de minutos, la vivienda fue calcinada y tanto la madre, como la hermana mayor de Alexander, perdieron la vida de inmediato.

Para ese momento ya los bomberos habían llegado al domicilio y estaban haciendo todo lo humanamente posible para apagar las llamas.

Cuando finalmente pudieron entrar a la casa, encontraron los cuerpos de ambas personas y al pequeño Alexander agonizando.

El menor recuerda que despertó en medio de los intentos de los paramédicos por revivirlo. Dice que los alcanzó a ver y escuchar por unos segundos antes de volverse a desplomar.

Cuando finalmente volvió a abrir los ojos unos días después, Alexander ya se encontraba en un hospital de su país, completamente vendado y medio sedado, pero a pesar de ello, asegura que el dolor que sentía era terrible.

Cuando comenzó a hablar y a preguntar sobre lo que había sucedido esa noche, se dio cuenta de que, en adelante, su mundo sería completamente diferente.

Hace un par de semanas tuve la oportunidad de conocer a la abuela materna de Alexander, Ledi Duarte, quien me contó cómo el pequeño lloraba inconsolable ante a nueva realidad.

La señora hizo cuanto pudo para tratar de devolverle al menor la esperanza, aunque me confesó que al principio todo fue tan duro hasta para ella.

Unas semanas después, cuando por fin el pequeño comenzó a dar muestras de recuperación, fue una tremenda noticia que aumentó la fe de todos.

La señora Duarte entonces empezó a buscar alternativas en Honduras para poder ayudar a Alexander con su reconstrucción corporal, pero se dio cuenta de que esa sería su segunda gran batalla.

Y es que, según ella, las opciones a un tratamiento de esos son nulas en su país, al menos para familias de escasos recursos como en su caso.

Pero como ella misma dice: “Dios no permite cargas más grandes en alguien de las que puede soportar”. Saber eso la mantuvo firme todo el tiempo y animando a Alexander.

Toda puerta que tocaba se le cerraba, pero esta abnegada abuelita y su valiente nieto, no se daban por vencido y gracias a ello, finalmente vieron esa luz al final del túnel y donde menos se lo esperaban.

Crónica: El destino le arrebató a sus seres amados y lo dejó bien quemado

Por razones humanitarias la embajada de Estados Unidos en Tegucigalpa les concedió una visa a Ledi y a Alexander para que pudieran explorar las posibilidades de un tratamiento de restauración para el menor.

No tardaron mucho en darse cuenta de que, en Boston, Massachussets, hay un centro médico que se especializa en la atención de personas con quemaduras.

Gracias a donaciones de miembros de la iglesia en donde se congregan semanalmente y hasta de algunas personas desconocidas que se solidarizaron con Alexander, pudieron colectar el dinero para los pasajes aéreos de ambos.

De esa manera, llegaron a suelo estadounidense y se presentaron al Hospital Shriners, donde el personal médico recibió al chico y le ofreció el tratamiento que necesitaba.

Todo indica que Alexander está apto para someterse a cirugías reconstructivas que le ayudarían a recuperar la movilidad en sus miembros, pues por ahora le cuesta hasta reírse, debido a la contracción de su piel en todo su cuerpo.

El principal sueño de este niño hondureño es convertirse en médico, según me dijo, porque se ha dado cuenta cómo pueden hacerles la vida menos dolorosa a otras personas y eso le atrae mucho.

Crónica: El destino le arrebató a sus seres amados y lo dejó bien quemado

Ledi también tiene un enorme deseo que, de acuerdo con ella, nació en el fondo de su corazón, poco después del incendio en el que perdió a su hija y a su nieta, de tan solo 12 años.

Y es que asegura que mientras que atravesaba por toda esa situación y vividos momentos en que se sintieron completamente solos y de ver que todas las puertas se le cerraban, tuvo el deseo de abrir una fundación.

Su deseo con la futura Fundación Alexander es auxiliar a familias que pasan por tragedias similares a las del niño, pues alega que hay muchas personas quemadas como su nieto, las cuales están prácticamente desamparadas.

Para ello obviamente necesita recursos, pero confía en que su Dios es tan misericordioso que le dará ese privilegio de servir y que también todavía existe mucha gente en este mundo con un corazón altruista que le darán la mano.

Mientras tanto, la prioridad es sacar adelante a Alexander, para lo cual también necesita apoyo.

Por ello, la organización sin fines de lucro de Atlanta, The Harvest Ministries, Inc, abrió una cuenta en línea y en menos de dos semanas, la comunidad latina en Estados Unidos ha donado unos 3,000 dólares para esta noble causa.

Muchas gracias por haber leído mi columna de hoy. Hasta la próxima.

Ah, y si desean ayudar para que Alexander pueda terminar con su tratamiento y a otros niños en Centroamérica en condiciones similares, pude hacerlo por este medio: GoFundme.

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