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Ciudad hispana de California es símbolo de desigualdad en EE.UU.

Desigualdad Un gallo indica que comienza el día y peones de campo luciendo sombreros y gorras de béisbol empiezan a salir de las sombras en esta comunidad rural de California llena de negocios cerrados. Se congregan en un terreno apenas alumbrado junto a la Panadería de Dios, de la que surge el aroma de panes y pasteles mexicanos mientras los trabajadores se montan a los vehículos que los llevan al campo.
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Desigualdad

Un gallo indica que comienza el día y peones de campo luciendo sombreros y gorras de béisbol empiezan a salir de las sombras en esta comunidad rural de California llena de negocios cerrados. Se congregan en un terreno apenas alumbrado junto a la Panadería de Dios, de la que surge el aroma de panes y pasteles mexicanos mientras los trabajadores se montan a los vehículos que los llevan al campo.

Hay pocas cosas igual de sabrosas en Huron, donde los peones se ocupan de las labores que no han sido automatizadas y la gente lucha para salir adelante.

“Apenas cobras, el dinero desaparece”, dice Martín Castro, quien se pasará el día recogiendo melones. “No me gusta esta vida”.

California es conocida por su riqueza, pero hay también otro mundo donde prevalece la pobreza, comunidades como esta que se encuentra a mitad de camino entre Los Ángeles y San Francisco.

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Los recursos siempre han escaseado en el Central Valley, sin importar qué partido esté en el poder. Los candidatos tanto demócratas como republicanos al Congreso afirman que los actuales legisladores han hecho poco por generar empleos mejor pagados, combatir la indigencia, promover el desarrollo urbano y resolver las disparidades en cuanto a la atención médica y el acceso a buenas escuelas.

Si bien los demócratas registran más votantes que los republicanos en el distrito que incluye a Huron, les cuesta quedarse con la banca en la Cámara de Representantes que ocupa un republicano desde hace tres términos. A mediados de septiembre no había carteles políticos en la ciudad, donde el grueso de los residentes no pueden votar porque están en el país ilegalmente o porque están más preocupados con llevar comida a la mesa.

El representante David Valadao fue reelegido por amplio margen en la tercera votación con menor participación del 2016. Ello a pesar de que la demócrata Hillary Clinton ganó en ese distrito por 15 puntos porcentuales.

 

“Sin duda los demócratas tienen ventaja y eso es lo que más desconcierta a la gente que piensa que hay que deshacerse de Valadao”, expresó el profesor de ciencias políticas de la Universidad Estatal de Fresno Jeff Cummins. “Hay una elevada pobreza, bajos niveles de educación y una gran presencia hispana. Todos estos son factores que contribuyen a que haya una escasa participación y compensan la ventaja que tienen los demócratas a la hora de empadronar votantes”.

Huron fue fundada en 1888 como escala para que los trenes a vapor se reabasteciesen de agua. Empezó a atraer peones de campo a medida que progresó la agricultura y hoy cuenta con 7.000 habitantes.

1 2 3 4 Peones de campo esperan ser recogidos para empezar sus labores el 20 de septiembre del 2018 en Five Points, California. FOTO: AP

Es una región agrícola por excelencia, pero sus tierras fecundas no compensan lo suficiente a quienes están lejos de la mirada de los millones de turistas y californianos que pasan por el valle todos los años.

Casi el 40% de los residentes de Huron –y casi la mitad de los menores– vive por debajo del nivel de pobreza, de acuerdo con la oficina del censo. Eso es más que el doble que el promedio estatal del 19%, según datos del mes pasado. Ese es el nivel de pobreza más alto del país. El promedio nacional es del 12,3%.

“Estamos en la Appalachia del Oeste”, declaró el alcalde Rey León, aludiendo a una región del este del país conocida por su pobreza. “Pareciera que no hay mayor apuro por resolver un problema que existe desde hace mucho tiempo”.

Muchas familias y personas solas viven amontonadas en casas deterioradas, solo una cuarta parte de los residentes completaron la secundaria y la mayoría carecen de cobertura médica adecuada en una región con aire contaminado donde abundan la diabetes y el asma.

El comerciante de Fresno T.J. Cox, un demócrata que lidera una organización que promueve el desarrollo comunitario ayudando a financiar clínicas de salud, usa la falta de cobertura médica accesible como el eje de su campaña para quedarse con la banca de Valadao.

Cox dice que Valadao es “un republicano servil” que hace todo lo que quiere el presidente Donald Trump, que ha perjudicado a los pobres al votar a favor de recortes al programa de salud para gente de bajos recursos llamado Medicaid y de otros programas sociales, y que no ha traído dinero al distrito.

“No vemos los dólares que van a Washington”, afirmó Cox. «Appalachia, que es una región muy parecida, recibe el doble del dinero del gobierno que recibe el Central Valley de California”.

Valadao, quien vive en la vecina localidad de Hanford, viene de una familia de granjeros de productos lácteos y se enorgullece de sus raíces. Fue en contra de su partido al votar a favor de una reforma a las leyes de inmigración, que es importante para los agricultores de la zona, que necesitan peones hispanos.

Joaquín Reynosa (izq) y José Mejía instalan mangueras para el regado de una plantación de lechuga en Huron, California, el 19 de septiembre del 2018.. FOTO: AP

La granja de Valdano y su familia fue confiscada y rematada este año porque no podía pagar una deuda de 8 millones de dólares, según documentos legales. Valadao rechazó repetidos pedidos para ser entrevistado para este artículo.

En Huron uno se siente como si estuviera en México. La mayoría de sus habitantes vienen de allí o son descendientes de mexicanos. Casi todos los residentes son hispanos y el español es el idioma predominante.

“No fuimos a la escuela, no estudiamos, por eso estamos aquí”, declaró Benito Bautista, de 63 años, mientras espantaba moscas con su sombrero sentado a la sombra de un edificio de departamentos.

Los peones cobran entre 11 y 12,50 dólares la hora por la cosecha y el empacado de los productos, pero los trabajos son por temporada y muchos pasan meses sin trabajar.

Hay indicios de los problemas que enfrenta la comunidad por todos lados. Hay más de tres docenas de automóviles llenos de polvo en el taller Ralph’s Triangle Service, a la espera de que sus propietarios reúnan el dinero para pagar por los arreglos que necesitan.

Un galpón donde se empacaban melones que cerró pasó a ser un campamento de indigentes donde varios hombres y una mujer viven en grandes cajas bajo un techo que cuelga de lo que supo ser una plataforma de cargas. Un individuo señala hacia cinco botellas vacías de cerveza King Cobra para explicar por qué no fue a trabajar ese día.

En una lavandería con un televisor que transmitía un partido de fútbol de México, Paola Espinoza, de 23 años, contaba que se quería ir a otro lado. Espinoza, quien es asistenta de médico en la vecina Base Aérea y Naval de Lemoore y gana 20 dólares la hora, cree que sus dos hijas están expuestos a malas influencias en Huron.

La trabajadora del campo Marina Soto posa en el departamento de un dormitorio que comparte con su marido y su hijo en Huron, California, el 19 de septiembre del 2018.

Hay unos pocos parques infantiles y ninguna sala de cine ni sala de juegos para niños, aunque el año pasado comenzó a funcionar una liga de fútbol infantil con el objetivo de evitar que los niños se incorporen a pandillas.

“Los chicos no tienen nada que hacer aquí”, manifestó Espinoza, quien se crió en Huron. “Estamos en el medio de la nada”.

Esta ciudad de 4 kilómetros cuadrados (1,5 millas cuadradas) está rodeada de campos de lechuga, algodón y tomates, en los que la tecnología realiza hoy muchas de las faenas.

“Casa vez nos necesitan menos”, dijo Higinio Castillo Ruiz, de 73 años, que trabaja de vez en cuando. “Así están las cosas aquí”.

Enormes cosechadoras que cuestan 450.000 dólares despiden 26 toneladas de tomates cada 15 o 20 minutos. En un huerto de pistachos, las máquinas sacuden tres árboles y recogen las frutas secas que van cayendo.

Stuart Woolf, que administra una granja familiar de 1.200 hectáreas, dijo que el pistacho rinde más que cosechas como la lechuga o los espárragos.

Estos cambios se han hecho sentir en ciudades como Huron, que alguna vez tuvieron el doble de población afines del otoño y principios del invierno, cuando el condado de Fresno producía la mayor parte de la lechuga que se consume en el país.

León, el alcalde, dice que a los granjeros les importan más las ganancias que los trabajadores que los ayudaron a poner en marcha sus operaciones.

“Los huertos de árboles frutales le dejan mucho al propietario, pero no a la gente”, dijo León.

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